Casino: Lugar perfecto para quedar arruinado por completo

El mundo de las apuestas en los casinos, autorizado en principio en República Dominicana para turistas y ricos, se ha convertido en un gigantesco negocio en crecimiento en el que no solo ha quedado atrapado un importante número de adinerados sino también miles de pobres que han visto en esos negocios la única salida a sus problemas económicos.
Para algunos, se trata de un asunto de ludopatía colectiva que corroe a jóvenes y viejos, sin importar ricos o pobres, pero con la característica especial de que antes los apostadores eran extranjeros y ahora, en una gran mayoría, son dominicanos y mucho han perdido fortunas, hasta quedar en la ruina.
Y es que sin pensarlo ni proponérselo, durante la efervescencia pre revolucionaria el Congreso evacuó la ley 351, del 6 de agosto de 1964, que autoriza la expedición de licencia para el establecimiento de salas de juegos de azar, mejor conocida como Ley de Casinos. Se trataba de una ley concebida especialmente para turistas extranjeros, hasta el punto que en su artículo 8, la legislación prohíbe los anuncios y ofrecimientos de sus servicios en territorio nacional.
Antes, esos lugares solo eran frecuentados por extranjeros, pero después comenzaron a ser visitados por ricos dominicanos y actualmente hasta por simples trabajadoras hogareñas que dejan hasta el ultimo centavo que se ganan. Hay personas que luego de perder todo el dinero dejan en los casinos joyas, carros, casas certificados de propiedad y negocios.
Los apostadores
La versión de los apostadores, consultados para la elaboración de este reportaje, es que los casinos son una especie de embrujo en donde se da de manera exacta la sentencia que reza “entra si quiere y sal si puedes”. Algunos de los entrevistados que pidieron reserva de sus nombres, narraron de la ocurrencia de casos de ricos que lo perdieron todo hasta quedar en la absoluta pobreza.
“Mira, a mí me ha ido bien y no me puedo quejar de los casinos, pero en ellos yo he visto a ricos dejarlo todo. Yo conozco el caso de un hijo de un político que después de perder todo el dinero, perdió el carro del papá y después su padre vino y pagó el dinero para que se lo devolvieran”, declaró uno de los entrevistado en un casino del Malecón. Otro narró el caso de un hijo de un ex presidente de la República que perdió el carro de su padre.
“Ese joven hijo del ex presidente perdió 12 millones de pesos y luego el carro del papá”, dijo un señor de un casino de la Capital, que según él, era el repartidor de cartas en la mesa en donde el hijo del ex mandatario perdió el dinero. Del embrujo de los casinos también es víctima un importante número de ancianos que a diario acude a esos lugares a escondida de hijos y nietos.
Durante un embargo que se hizo recientemente en un casino del Malecón, el cual culminó a punto de arma de fuego y a sillazos y trompadas, este redactor observó a varios ancianos que durante el incidente perdieron las fichas de juego. Su gran temor era que al otro día podían salir en el periódico.
“Por favor, no me tome fotos que mis hijos no saben que yo estoy aquí jugando”, imploró en esa ocasión a este redactor una anciana que había extraviado sus fichas durante el incidente del embargo.
Otra, al observar la gravedad del problema que tuvo a punto de terminar a balazos, dijo que esa era una señal de Dios para advertirla sobre el peligro de los juegos. “No volveré a jugar, nos salvamos por la intervención de Dios”, precisó la señora.
Auge de los casinos
A partir de 1988, el negocio de los casinos tomó un nuevo auge, con la promulgación de la Ley 96-88, del 31 de diciembre de ese año, que autoriza a esos negocios a operar máquinas tragamonedas. Con las máquinas se sumó un nuevo público, ante las facilidades que ofrecen para las apuestas, lo que no ocurre con el juego de las cartas.
El embrujo
Para expertos en la materia, los casinos son una especie de embrujo, que se inicia con la llegada de los apostadores los cuales son recibidos por elegantes jóvenes. Durante el desarrollo del juego, a los apostadores se les sirven tragos gratis, lo que, al decir de los expertos, contribuye a la desinhibición.
César Mella
Consultado sobre el tema, el psiquiatra César Mella, presidente del Colegio Dominicano de Neuropsico-farmacología, afirmó que “el juego de todo tipo en el mundo mueve tanto dinero como el que se gasta en alimentos y medicamentos”. Señaló que el que ingresa a un casino piensa que va a ganar y utiliza las probabilidades asociada a la esperanza, lo que no ocurre siempre.
“Los apostadores son recibidos por chicas elegantes, se les obsequia la cantidad de bebidas alcohólicas que deseen, como forma de desinhibir el impulso subyacente y ahí inicia un acto impulsivo llamado ludopatía, que para muchos es una adicción”, manifestó Mella.
Agregó que “a veces el jugador consume horas enteras planificando una jugada con los dados en mano o extasiado ante una ruleta, descuida el trabajo, pone en riesgo a su familia, hipoteca su casa y la matrícula del vehículo la incauta a prestamistas que merodean los casinos” Manifestó el doctor Mella, que el jugador confiesa que el momento de apostar los excita y que se ha demostrado que algunos neurotransmisores cerebrales, como la dopamina y la serotonina, se mueven en complejos bioquímicos alterados.
“Cuando están ganando y un amigo sensato los convida a abandonar el lugar se irritan, no tienen límites de la saciedad. El ludópata se hace mentiroso y lleva una doble vida y a nadie le confiesa esta preferencia. Llegan a faltar al trabajo para instalarse en el casino”, subrayó Mella.
Dijo que una de sus fantasías es dar un “palo tan grande “ que le libere de todas sus deudas y dejar el juego, promesa que se incumple en la próxima resaca culposa. Mella trajo a colocación la respuesta que dio el ganador del torneo mundial de póker en Las Vegas, en el famoso casino Horsehoe, quien al preguntarle qué haría con los millones de dólares que ganó, respondió: “perderlos”.
“A pesar del mal pronóstico que tienen estos sujetos cuando acuden a terapia, la ayuda profesional es clave para el que desea alejarse de los casino.
Hay que implicar a un familiar que lo tutorice y practicar los 12 pasos de alcohólicos anónimos, que son despojarlo del manejo de dinero, prohibirles visitar casinos, Incorporarlos a un grupo de jugadores anónimos y en algunos casos medicar, pues el juego compulsivo no viene solo, sino asociado a otra condición, depresión, ansiedad, compulsiones etcétera, de ahí que muchas veces hay que medicar”, concluyó Mella.
