Por qué está TikTok en el centro de la nueva crisis entre Estados Unidos y China
Esta aplicación, propiedad de la firma china ByteDance, es el fenómeno de moda entre los jóvenes. El servicio ha logrado articular una propuesta adictiva en base a la difusión de microvídeos convirtiéndose en el enemigo de las principales marcas de medios sociales, Facebook y YouTube.
La gran amenaza.Se consulta unos 60 minutos diarios, según estudios consultados por este diario. Pero, como trasfondo, las acusaciones de Estados Unidos de que es otra red social al servicio de Pekín. De hecho, el grupo de ciberactivistas Anonymous asegura que TikTok ha sido creada directamente a petición del régimen. Una interfaz adictiva llena de exhibicismo ¿Es de verdad una amenaza para los usuarios? ¿Por qué hay tanta polémica? TikTok ha roto moldes.
En cuestión de pocos meses ha acumulado más 2.000 millones de descargas en todo el mundo y unos 800 millones de usuarios activos. Con su combinación de vídeos divertidos, bailes y «playbacks», se ha convertido en la atracción del momento. India, China y EStados Unidos son sus principales mercados. Y la realidad es que gusta entre los jóvenes y, sobre todo, gusta mucho entre los adolescentes.
El futuro de los consumidores han encontrado su divertimento en un servicio cuyo diseño de interfaz de usuario está pensado en aumentar la tasa de consumo a niveles nunca vistos anteriormente. Todos los perfiles, salvo que los usuarios decidan lo contrario, se activan de manera pública. Es decir, todos los vídeos que se producen se pueden consultar por cualquiera que se haya descargado la aplicación en su teléfono móvil. Una dinámica que se salta las edades mínimas recomendadas.
Hay mucho exhibicionismo. Chicas jóvenes que les gusta presumir de su belleza, vídeos sexualizados y que pueden ser consultadas sin que haga falta darle a seguir, algo que aplicaciones como Instagram llevaron a su terreno hace algunos años. Esto representa un profundo cambio en los comportamientos de las nuevas generaciones, que son menos pudorosas a la hora de mostrarse en público.
El algoritmo de jerarquización, además, está diseñado para ofrecerle al usuario los contenidos que mejor se adapten a su historial de navegación, incluso sin haberse registrado previamente. Vídeos sin control y recopilación de datos Alrededor de este fenómeno han aparecido una nueva camada de «influencers».
Usuarios, chicos y chicas, que acumulan grandes audiencias que, en ocasiones, superan a personajes famosos de renombre. Algo curioso que ha alimentado el interés de las marcas comerciales para realizar acciones de marketing de contenidos. El problema es que apenas hay un cierto control. TikTok recopila un gran listado de datos personales.
Según ha comprobado este diario, el servicio, creado en 2018 tras la fusión con Musical.ly, acumula información del historial de navegación, la geolocalización, el modelo de dispositivo móvil e, incluso, lee periódicamente hasta el portapapeles empleado en el momento en el que un usuario copia y pega. Se cree también que se ha desplegado un plantel de «influencers» de manera artificial para generar aún más adicción entre los usuarios británicos.
¿Y si es una herramienta de ciberespionaje? El principal temor de Estados Unidos es que TikTok sea una herramienta al servicio del régimen comunista. Así se manifestó el secretario de Estado Mike Pompeo recientemente cuando acusó directamente a la empresa de estar «cediendo información a los comunistas chinos». Si Huawei es considerado por el gobierno estadounidense de ser un instrumento con vínculos en el Partido Comunista Chino, se cree que esta «app» es otra pata más de esas estrechas relaciones.
Aunque todavía no se ha podido demostrar. De hecho, la compañía asegura que los datos se alojan en servidores fuera de China. Otra de las preocupaciones, según informa «The Guardian», el personal de la plataforma y los sistemas automatizados de TikTok aplicaron unas polémicas reglas de moderación que llegaron a censurar el material considerado políticamente sensible.
Algunas de esas imágenes vetadas fueron de las protestas en la Plaza Tiananmen en 1989 y las protestas de independencia en el Tíbet. Unos hechos que han alimentado el fantasma de la censura. Todo ello ha llevado a que el Gobierno de Trump estudie incluso su prohibición.