Si Todos Fueramos Caamaño.

Hace un par de años, Yolanda Martínez nos llevó a conocer los pormenores de aquel mítico evento artístico conocido como 7 días con el pueblo a través de su programa “Un tiempo después”. Aquella semana de esperanza, que preñó de libertad nuestro país con la canción social, fue un evento único en América Latina, y ocurrió bajo lo más crudo del autoritarismo de Balaguer.

 

Quizás el momento más triste de ese programa fue cuando Yolanda le preguntó a Cholo Brenes si algo como 7 días con el pueblo podría volver a ocurrir en la actualidad. La respuesta de Brenes fue lapidaria. “Claro que no, ¿y con qué juventud? ¿y con qué sindicatos?”. Debo confesar que me sentí identificado con el viejo Cholo. Después de todo, sus palabras son el reverso de un planteamiento que vengo sosteniendo hace muchos años. Nos hemos quedado sin héroes.

 

¿Cómo así?

Quienes fueron jóvenes en los años ’70 y sobre todo los ’60 tuvieron el privilegio de tener entre sus ejemplos el valor de hombres y mujeres que perseguían algo más grande que un sueldo, una contrata o pegarse en la radio cantando dembow. Tenían ideales muy fuertes, convicciones que francamente lucían monolíticas y que reflejaban una incólume voluntad de lucha contra el estatus quo de la época. Tenían la necesidad de ser mejores ciudadanos porque no serlo era la excepción, no la regla. Trabajaban, estudiaban, se empeñaban en mejorar su condición de “clase media” a base de esfuerzo y decencia y no a través de “atajos” podridos de sinvergüencería.

 

Había corruptos, como siempre los ha habido (si leen cualquier libro religioso, se darán cuenta de que la traición y la corrupción están en los primeros capítulos), pero de alguna manera que quizás sea benévola a causa del tiempo, los inservibles eran muy pocos y mucho menos descarados que los que hoy tenemos. En fin, que las personas que vivieron en esos años tenían algo que hoy escasea. Tenían héroes, ejemplos a seguir, ideales que cultivar.

 

Nosotros Ya No Tenemos Modelos.

Somos seres sociales que aprendemos por imitación, viendo el ejemplo de los demás. ¿Qué podemos esperar de una sociedad donde casi nadie puede cantar el Himno Nacional de memoria (mucho menos las doce estrofas), pero cualquiera se sabe todo el repertorio de una caterva de reguetoneros, dembowceros, mamberos y otros “eros” que son famosos hoy? ¿Qué valores se aprenden escuchando todo el día esas canciones y viendo el despliegue de vagabundería de sus vídeos?

 

Seguramente algunos están pensando que soy un aburrido retrógrada que no se adapta a la modernidad y que prefiere estar escuchando los mismos viejos merengues de cuando Cuca bailaba (de paso, no conozco a esa señora ni me atrevo a bailar como ella). Si eso es lo que están pensando, les aseguro que ese no es el caso.

 

El problema es que lo que la juventud de hoy está consumiendo no tiene nada que ver con lo que nuestros padres escuchaban cuando eran jóvenes. Y si eso es con el entretenimiento, ¿qué decir de todo lo demás que nos rodea? No tenemos modelos, se nos acabaron los héroes.

 

Siendo como Caamaño.

Más de una vez he escuchado frases como “Caamaño fue el último hombre guapo de este país” y “con Caamaño mataron todos los cojones”. A mí esas frases no me gustan pero las entiendo perfectamente. Es natural que pensemos así cuando hay tantos escándalos que pasan ante nuestras narices y no aparece una autoridad con la pulcritud de esos hombres y mujeres de antaño que detenga el abuso. En la política es donde más se nota esa “escasez de material colgante”, y nos pasamos los años viendo a los funcionarios hacer todas las diabluras del mundo sin recibir penas, sino más bien el amparo sus superiores.

 

Pero tristemente, ese virus de corrupción política ha impregnado todas las facetas de nuestra sociedad. Empresarios, líderes religiosos, promotores artísticos, gente de la televisión, deportistas… casi cualquier oficio o profesión de alta exposición ante el pueblo tiene su propio “álbum de la corrupción”. Y la justicia no hace nada (obvio, también tienen sus “corruptos defendiendo corruptos”).

 

Quiero decirles que podemos ser como Caamaño, pero les advierto que no será fácil.

 

¿Por qué da tanta brega emular hombres como Caamaño, Luperón, Duarte y otros héroes? Es obvio que imitar a hombres y mujeres de valía no es algo que simplemente se elige hacer. No vamos al clóset y decimos “Hoy tengo ganas de ponerme mi pinta de Caamaño”, “Me pondré mi chaleco de Luperón y conquistaré el mundo”. Ojalá fuera tan fácil.

 

Ser un héroe en nuestro país en realidad es algo muy fácil: basta con ser honestos, íntegros y valientes en todo lo que hagamos. Donde se complica esta misión es en hacerlo hoy, y mañana repetirlo, y luego el viernes, sábado, domingo… Hacerlo un hábito, no una pantalla desechable. No se trata de una envoltura. Para ser un héroe en nuestro entorno tenemos que serlo desde lo más básico de nuestro ser, y serlo todo el tiempo. No con poses, sino con actitudes sencillas pero que deben ser constantes.

 

El Virus del HIV Moral Que Nos Hará Héroes.

Honestidad, integridad y valentía dije antes que son las cualidades de Caamaño que nos harán héroes. Yo creo que son tres conceptos bastante fáciles de entender, pero por si acaso, ¿me permiten explicarme?

 

La Honestidad implica erradicar de nuestras vidas la trampa, el conformismo, el “arrecostarse”, la vagancia, la búsqueda de atajos. Veo la honestidad intrínsecamente hacia dentro, combatiendo la maldad interna que naturalmente tenemos. Si somos honestos con nosotros mismos, ya vamos ganando.

 

La Integridad tiene que ver con la resistencia a caer en tentaciones externas. Recuerdo el relato bíblico de Job, a quien le cayeron infinidad de desgracias y aún con todo mantuvo su entereza y fue íntegro a su fe en Dios. Nada externo lo movió a dejar de ser quien decía ser. Si logramos dominar los demonios internos y ser honestos, y a la vez construimos una coraza que no nos mueva de nuestra posición, ya vamos doblemente ganando.

 

La tercera, la Valentía, quizás no parezca evidente a primera vista, pero me atrevo a decir que es la que más falta nos hace hoy día. La valentía es lo que nos va a poner en pie de lucha, la energía que necesitamos para combatir el mal que está a nuestro alrededor. No se trata ya solamente de acallar nuestros demonios ni de resistir el embate del entorno. La valentía es lo que nos pone de pie y nos hace luchar contra el mal que tenemos alrededor.

 

¿Por qué la valentía nos hace tanta falta? ¡PORQUE SOMOS DEMASIADO PENDEJOS! Vemos otras personas haciendo lo mal hecho y tenemos miedo de enfrentarlas. “No te metas en eso, Darío, ese no es tu problema”. ¡Esa actitud de bolsas es ERRÓNEA! No es verdad que no debemos meternos con quienes hacen mal las cosas. Todo lo contrario, somos los llamados a corregir lo dañado, los únicos con suficiente HONESTIDAD e INTEGRIDAD para exigir que las cosas se hagan bien. ¿Cómo un corrupto puede denunciar a otro corrupto?

 

Necesitamos ser valientes, guapos, exigir y defender lo bien hecho. NO BASTA CON SER HONESTOS, NO ES SUFICIENTE CON SER ÍNTEGROS. Tenemos que hacer que los demás también lo sean, o estar dispuestos a morir por ello. Como Caamaño, hace 40 años.

 

Yo no conocí a Caamaño y apenas me llegan las ráfagas de su ejemplo y su lucha. ¡Cuánto lamento eso! Caamaño fue un héroe local, una persona llena de cojones, sin cola que le pisaran, que fue capaz de infectar con el virus del HIV moral a su generación. ¡Sin Caamaño seríamos mucho peores como sociedad!

 

Hoy conmemoramos un aniversario más de la Gesta de Abril de 1965, de la cual Caamaño fue uno de los artífices. El pasado 16 de febrero se cumplieron 40 años del asesinato de este hombre. Honremos la memoria de este héroe comprometiéndonos con nosotros mismos, con nuestros hijos y con nuestra patria para ser portadores del HIV moral que podrá reproducir el alma de Francisco Alberto Caamaño Deñó en todas partes.

Sección: Noticias
Publicada: Abril 24, 2013
Fuente: 40limon.es
0 Comentario(s)  
Para comentar debes Registrarte ó Iniciar Sesión en caso de que ya seas Miembro.

Búsqueda Avanzada