Clippers vencen a Lakers mejorados
Noche de Halloween y cielo nublado en Los Ángeles. Por primera vez en meses amenazó la lluvia en el lugar donde casi nunca llueve. Pero llovió. El fenómeno meteorológico coincidió con un encuentro en el que saltaron chispas. Lakers y Clippers se enfrentaron entre sí y el Staples Center se vistió de amarillo. Esta vez el estadio se disfrazó del color de los locales con un slogan para la ocasión: 'Miedo a nada', en inglés. Hubo de todo en e encuentro, menos miedo.
Los laguneros buscaron cortar la racha de tres derrotas al hilo ante sus rivales. No pudo ser, los pupilos de Doc Rivers volvieron a imponer su ley en esta nueva era en la que deportivamente, y sobre el papel, lucen mejor que los Lakers. Pero lo que se vio este viernes sobre la duela no fue así.
Kobe Bryant contagió a sus compañeros con la garra que demostró en los dos encuentros anteriores en los que los Lakers también cayeron. Todas las derrotas son derrotas al fin y al cabo, pero la imagen que mostraron los laguneros ante su público fue más que destacable.
Además de otra buena actuación de Kobe (21 puntos, siete asistencias y dos robos de balón), que tuvo en sus manos el acercar la victoria para su equipo, se notó una gran mejoría en otros jugadores como Jeremy Lin (17 puntos y nueve asistencias), quien mostró una imagen más sólida gracias a esa agresividad que le pidió su coach; como Jordan Hill (23 puntos y cinco rebotes) que mostró su versión más descarada e incluso se atrevió con acierto desde el perímetro; Carlos Boozer (nueve puntos, siete rebotes y tres asitencias), quien también jugó mejor, sobre todo en la primera mitad. Ed Davis (10 puntos y seis rebotes) y Wayne Ellington (siete puntos y tres rebotes) continuaron un su línea ascendente.
El gran papel de los Lakers, que llegaron a remontar una desventaja de 15 puntos y pudieron ponerse siete por delante, no pudo desequilibrar la balanza a su favor con unos Clippers que, a medio gas, acabaron por llevarse el encuentro. Blake Griffin marcó la diferencia con 39 puntos y siete rebotes, DeAndre Jordan se impuso en la pintura con 13 rebotes y Chris Paul asistió en 10 ocasiones. El trío de ases se completó con Jamal Crawford, el Mejor Sexto Hombre de la campaña pasada alcanzó 22 puntos.
¿RIVALIDAD REAL?
Se trata de la cuarta victoria al hilo de los Clippers y el debate está a flor de piel. Para muchos, la rivalidad entre dos franquicias que llevan 36 años conviviendo en la misma ciudad es incuestionable, para otros en cambio, todavía no ha llegado el momento de hablar de una rivalidad al uso.
"No lo considero una verdadera rivalidad todavía. Nuestra rivalidad máxima es con los Celtics", destacó Byron Scott. "Ellos tienen 17 campeonatos y nosotros 16".
El mensaje se escuchó alto y claro en la sala de prensa antes de que comenzara el encuentro. Scott, un hombre de franquicia, con una voz salida de su corazón teñido de oro y púrpura y que ha ganado el anillo con los Lakers en dos ocasiones, lo tiene claro: no se puede hablar de rivalidad hasta que ambas franquicias no estén a la altura de las circunstancias. Scott habla el idioma de los campeonatos, él mismo ganó tres anillos como jugador.
"Es otro partido más. Hablo de lo que he vivido. Los Clippres son mejor equipo de básquetbol pero no creo que sea una rivalidad", declaró.
Si Scott vivió los años dorados de la rivalidad entre los Celtics y los Lakers, Rivers no es menos. Al igual que su homólogo, el coach de los Clippers evitó reconocer que un partido entre los dos equipos de la ciudad guardan algo de especial.
"Simplemente queremos ganar esta noche. Tan solo he vivido un año y medio aquí. Todo lo que sé es que debemos enfocarnos en esta noche y en hacer historia, todavía no lo hemos hecho", afirmó Rivers.
La idea es la misma, pero él echó balones fuera. No se quiso mojar en un argumento que tan solo persiguen los fans que le desean lo peor al equipo contrario. Sólo hay que ver la reacción del público cuando cada equipo juega lejos de su feudo. Aunque el rencor es mayor de los aficionados de los Clippers con los Lakers que viceversa.
SCOTT FUE CLIPPERS
Y esa situación le da la razón a Scott, a su concepción de que la rivalidad sólo se construye a base de campeonatos, de anillos enfundados en los dedos. Lo cierto es que a pesar de los pesares, el coach angelino de los Lakers llegó a ser miembro de San Diego Clippers. Ése fue el equipo que le drafteó en 1983, aunque le traspasaron a los Lakers rápidamente. "Ser drafteado por los Clippers en aquel momento era genial, porque yo era un chico de L.A. Luego me traspasaron a Lakers, que era mi equipo", destacó.
Y en esta rivalidad relativa, real para muchos, presa de la ficción para otros, hay un punto de inflexión marcado: la llegada de Chris Paul a los Clippers. Se trata de una de las historias más polémicas de la historia reciente de la NBA. David Stern vetó la una operación en la que todas las partes estaban de acuerdo. En lugar de partir a los Lakers, CP3 arribó al equipo vecino. Ahí comenzó la debacle lagunera y el éxito de los Clippers.
En 27 años, los considerados como los segundones de la ciudad de Los Ángeles llegaron a tener un promedio de victorias del 34.9 por ciento, mientras que los eternos campeones rezumaban éxitos gracias a su balance del 65.9 por ciento. Desde que llegó CP3, los papeles se cambiaron: 49.1 por ciento de los Lakers y 66.5 por ciento de los Clippers.
"Sí me imagino el que Paul hubiera llegado a los Lakers", afirmó Scott, "a veces digo 'maldición David Stern'. Antes de que lo vetara dije que el que llegara sería fantástico", argumentó.
Hay muchos tipos de rivalidad, la histórica, la geográfica, la que se basa en el rencor de determinados acontecimientos pasados... Aunque lo nieguen algunos de sus protagonistas, Clippers y Lakers tienen una rivalidad imposible de remediar.