Diez reglas para todo hombre (según Morrissey)

Quienes edificaron su educación sentimental a partir de la letras y la estética de los Smiths han (hemos) acudido presurosos a estas muy publicitadas memorias en busca de una dosis extra –457 páginas en la edición inglesa– de la florida prosa y las radicales opiniones de this charming man.
Si el legado musical de Mozz ha consolado a casi dos generaciones de hombres confusos –aunque no los haya ayudado mucho a salir de su confusión–, el afilado verbo que el de Manchester ha ido usando en su relación de amor-odio con la prensa y las poéticas evocaciones de su Autobiography dan para un decálogo sobre cómo ser un hombre maduro, interesante, sensible y con un buen tupé en tiempos de aflicción.
1. No comas carne. O, más que eso, ni siquiera te quedes mirando al depravado espectáculo de ver a otro ser humano devorar un animal indefenso.
El vegetarianismo es sin duda la postura pública más conocida y beligerante de Mozz. Los rumores dicen incluso que ha llegado a despedir a algún músico porque ha descubierto que durante la gira se había zampado una hamburguesa.
En el libro, en cualquier caso, describe la escena en la que, tal como si se tratara de una cruel carambola del destino, se encuentra por primera vez con Jake Walters, el que fuera su única pareja conocida, en un restaurante mientras a éste le sirven “lo que parece ser un plato de comida para perro”.
2. Desprecia la política y a los políticos. En cronológica coherencia, la autobiografía de Morrissey comienza en las humildes calles del Manchester de su infancia.
3. Nunca lleves trenca. Llega un momento en la vida de todo hombre adulto en que mostrar demasiado entusiasmo por la ropa hace feo. Morrissey hace ya mucho que alcanzó el estadio de elegancia perpetua, pero hubo una época en que trataba de lograr el look definitivo –“un cruce entre Oscar Wilde y James Dean”–.
4. Córtate el pelo. La cuestión del peinado no admite debate en el universo de Morrissey, puesto que “si tienes mal el pelo, toda tu vida irá mal. Un nuevo peinado puede cambiar por completo tu visión de la vida y tus ideas políticas... El pelo gobierna el cuerpo... ¡Es un hecho irrebatible!”. De modo que puedes está bien ser afeminado, pero quedas advertido de que “el pelo largo es una ofensa imperdonable que debería penarse con la muerte”.
5. Huye de las discotecas. Burn down the disco. Hang the blessed DJ es uno de los estribillos más coreados de los Smiths. Tanto que muchos DJs lo han pinchado con ironía. Pero el desprecio de Morrissey hacia la música electrónica y el público al que atrae no tiene nada de retórico.
6. Deja de hacerte el macho. Más que una cuestión de orientación sexual, los hombres demasiado masculinos le resultan poco interesantes a Morrissey. Se trata, según él, de una “verdad no reconocida: los hombres afeminados son muy ingeniosos, mientras que los machotes son más aburridos que la muerte”.
7. Pero muestra cierta indiferencia hacia las mujeres. No se trata tanto de misoginia como de una incomprensión genética hacia los atractivos del sexo opuesto.
“Misteriosamente, las chichas se sentían atraídas hacia mí... y yo no entendía por qué, puesto que a pesar de que mis torpes incursiones daban en la diana, no sentía ninguna excitación” (página 75).
De hecho, no será hasta que el glam rock entró en su vida que Morrissey se enamoró de algo que se parece a una hembra: “La primera mujer de la que me enamoro es el Jerry Nolan de la portada del primer álbum de los New York Dolls” (página 73).
8. Deja de ponerte cachondo. En realidad eso, para Morrissey, es más fácil que para la mayoría. Su naturaleza idealista y melancólica le hace sentir un rechazo hacia el sexo como acto gimnástico.
Desde siempre, Morrissey ha cultivado una calculada ambigüedad acerca de su sexualidad, aunque como mencionábamos en el primer punto, finalmente reconoció una relación más o menos estable con un hombre, pero solo cuando “por primera vez el eterno ‘yo’ se convierte en ‘nosotros’ y por fin puedo estar con alguien” (página 274). Por entonces, Morrissey tenía alrededor de 35 años.
En este sentido, Morrissey había coqueteado desde muy joven con el celibato, y en la entrevista para un picture disc de 1983 afirmaba que estaba “apenas a unos centímetros de meterme en un monasterio”.
9. Comprométete con tu arte. Es el destino, claramente, quien te escogerá a ti, pero una vez sientes la llamada tu compromiso deberá ser a vida o muerte.
10. Da de qué hablar. “La mayoría de gente que hace música no tiene nada que decir como entrevistados”, dijo Morrissey al L.A. Weekly. Evidentemente, “yo soy la excepción a la regla.
Por eso me mantengo alejado de todo el mundo, porque no quiero que me etiqueten, no quiero pertenecer al rebaño. Encuentro más interesantes a los que se dedican a cavar zanjas que a los músicos y cantantes”. Y como consecuencia directa de esa actitud, Morrissey se sabe juzgado y a menudo malinterpretado. O tal vez no tan malinterpretado.
Leemos en la página 201: “Cuando escucho a alguien decir que soy ‘un poco excesivo’ (lo que es una manera amable de decir que eres ‘insoportable’), entiendo por qué lo piensan. Yo me digo a mí mismo que, es cierto, soy un poco excesivo – si no lo fuera, no me iluminarían los focos”.
