Andrés Cepeda: “No grabé bachata porque usurpaba un género que a mí no me pertenece”
Eso sí, asegura, es un amante de la bachata, el merengue y la música producida en República Dominicana y los artistas de esta media isla han influenciado su carrera desde su adolescencia. El sonido caribeño también es usual en sus producciones, como pasa ahora mismo con su reciente disco titulado “Trece”, en el que incluye elementos antillanos, sobre todo en el tema “Salvapantallas”.
En estos días promueve el corte “El equivocado”, el primero fuera de las colaboraciones que tiene este álbum, del que compartió a través de Zoom con periodistas de LISTÍN DIARIO y el programa “TV-Revista” (canal 4). ¿Es cierto que te ofrecieron cantar bachata en un momento determinado de tu carrera? Sí, es verdad, cuando comencé mi carrera y no lo quise hacer principalmente porque no soy conocedor del género, porque me sentiría usurpando un sonido que no me pertenece.
Hay que tener claro la directriz de no subirse a una tendencia solo porque esté en boga o porque sea lo que todo el mundo está haciendo. Tengo mucho respeto por el género, pero me parece que no es un lenguaje que yo domine, tendría que impostarlo y creo que no sería sensato hacerlo. ¿Cómo ha sido tu relación con la música dominicana? Mi primera relación con República Dominicana fue con la música.
La esencia de toda la música de Wilfrido Vargas, Los Vecinos, después de Juan Luis Guerra, Cuco Valoy, siempre estaban presentes en las fiestas, en la música de celebración. La música dominicana nos ha hecho bailar, nos ha hecho gozar durante muchas décadas. Y los dominicanos hicieron grande la música de Estercita Forero, nuestra gran compositora costeña.
Hay una hermandad muy antigua y a eso corresponde que nos entendamos tan bien. En República Dominicana yo he tenido la bendición de recibir el cariño de los dominicanos desde el principio de mi carrera y es algo que agradezco muchísimo. Juan Luis Guerra, Pavel Núñez y Vicente García, ¿cómo te has llevado con ellos? Cuando empecé a escuchar la música del maestro Juan Luis Guerra encontré una exquisitez en el trato del folclor de su isla. Él es maestro en esto.
Después tuve la oportunidad de entablar una amistad muy bonita con gente como Vicente García, a quien adoramos aquí en Colombia, o con un compositor y artista tan genial como es el señor Pavel Núñez, a quien quiero muchísimo. Son hermanos que uno va coincidiendo en la música, en la vida. ¿Posibilidades reales de alguna colaboración con uno de ellos? Si, tengo esa deuda.
Con Vicente y Pavel hemos hablado mucho de eso. Nos estamos anticipando a algo que va a suceder muy pronto. A poca gente en el mundo le gusta utilizar el número 13 para nombrar un proyecto importante. Titulaste así tu nuevo disco, Trece, ¿cómo has tomado la reacción? Me he divertido con eso, sabía que iba a suceder, lo tenía presupuestado. De alguna manera es parte de ese boca a boca que tú quieres buscar cuando pones un título o quieres presentar algo.
Quiero que me tengan en cuenta para gozar, para reír, para disfrutar la música, incluso para hacer los chistes, me parece que está muy bien. ¿Entonces no eres supersticioso? Aparte de que no soy su persticioso, son 13 álbumes grabados en mi carrera que hablan de una gran bendición que es la que me permite seguir haciendo música y compartirla con ustedes. A mí no me importa, todo lo que tenga que ver con sentido de humor me viene bien. Más que superstición, lo utilizo como forma de humor. ¿En qué no crees? En lo que no creo es en las malas energías.
No creo que algo tenga que estar cargado de malas energías. Uno reviste de energía las cosas que hace... Para mí trece es un número mágico, un número de buena suerte. A propósito del nuevo tema, titulado "El equivocado", ¿qué tanto te has equivocado y que ha aprendido? Las equivocaciones han sido importantes.
Si no me hubiera equivocados en términos profesionales y personales no sería la persona que soy. De esos tropiezos uno aprende muchas cosas. Somos resultados de las equivocaciones y aprendemos. Esos errores van conduciendo a lo que somos. Te pongo el ejemplo de que si no me hubiese equivocado varias veces en mi juventud no hubiese conocido y descartado a las personas que finalmente me llevaron a conocer la que finalmente se convirtió en mi compañera.
Es un ejemplo de cómo las equivocaciones nos llevan a encontrar el camino. Pasa a nivel personal, a nivel profesional, nos enseñan, nos forman. Un profesor me dijo que en los tiempos difíciles y de los errores es cuando más se aprendía. ¿Cómo has pasado esta cuarentena junto a tu esposa Elisa Restrepo? (llevan tres años de casados). Muy bien. Redescubrimos nuestros espacios vitales en el hogar que con tanta viajadera habíamos perdido un poco eso.
Encontrarnos en silencio, en nuestra intimidad, no voy a avanzar mucho el tema, jejeje, pero ha sido muy positivo. ¿Cómo son entre ustedes, fuera de la vida pública? Me gusta ser una persona romántica sin exagerarme mucho en eso.
Me gusta ser detallista, consentirla, agradarla. Además como es una persona con quien comparto mucho tiempo y comparto mucho de la profesión, ella también es artista, es una mujer muy sensible, puedo conversar con ella del trabajo, de las ideas, de las propuestas que hago, es una persona con quien puedo debatir.
No siempre estamos de acuerdo y esto es más interesante todavía porque eso nos da muchos temas de conversación. Pero es cariñosa conmigo. Yo trato también de ser muy cariñoso con ella y disfrutar la oportunidad de estar juntos. ¿Qué ha significado estar en casa, sin tener que estar de viaje de un lado para otro?
Nosotros que somos tan viajeros y tan saltarines, de un lado para otro, con mi señora, que siempre viajamos juntos, empezamos a redescrubrir los espacios en nuestro hogar, que se convirtió en un hogar de paso porque nunca estábamos aquí, siempre estábamos en un avión, en un hotel, en otro lado.
Empezamos a encontrar ese espacio del hogar que tiene que ver con los libros, que tiene que ver con el jardín, con la colección de acetatos, que la adoro, a la cual le he dedicado mucho tiempo, a la biblioteca, a vivir la posibilidad que tenemos de estar en las afueras de la ciudad de Bogotá, cerca del campo.
Eso incluye los quehaceres, la cocina, preparar la comida, por las noches prender la fogata, oir música, ver películas... Nos ha permitido un espacio en la vida que en medio de tanto corre corre estábamos dejando un poco de lado. Rescatando lo positivo de esto, en los últimos meses, esto ha sido bueno.