Por qué estamos programados para la pereza
Para explicar esta lucha que tiene lugar entre nuestras intenciones sanas y los impulsos contrarios, se han desarrollado teorías científicas como los modelos de procesos dobles. En estos modelos, los mecanismos que explican nuestro comportamiento se dividen en dos categorías: los mecanismos racionales, gestionados por el sistema reflexivo, y los mecanismos emocionales, regidos por el sistema impulsivo.
Este último sistema organiza la parte automática e instintiva de nuestros comportamientos. Puede facilitar o, al contrario, impedir al sistema reflexivo que ponga en práctica nuestras intenciones. Este segundo supuesto se ilustra claramente con un estudio que hemos realizado y cuya finalidad es comprender la eficacia de los mensajes que fomentan la actividad física. Dicho de otro modo, intentamos determinar si la reflexión puede vencer a nuestros impulsos cuando se trata de motivarse para ser más activos físicamente.
En primer lugar, los participantes asistieron a una presentación en la que se exponían recomendaciones en cuanto a actividades físicas saludables (30 minutos de ejercicio diario, divididos en secuencias de 10 minutos como mínimo, la mayoría de los días de la semana). Para medir su tendencia impulsiva a acercarse a los comportamientos sedentarios, a continuación, llevaron a cabo una tarea experimental: el juego del maniquí.
Dicha tarea consiste en mover un avatar en una pantalla de ordenador mediante el teclado. En una de las partes del experimento, el participante tiene que acercar el avatar lo más rápidamente posible a imágenes que representen una actividad física (correr, montar en bicicleta, natación…) y alejarlo de imágenes que representen una actividad sedentaria (televisión, hamaca, escalera mecánica…).
En otra parte, se realiza lo contrario: el avatar debe acercarse a las imágenes que evocan sedentarismo y alejarse de las imágenes que representen ejercicio. Cuanto más rápido se acerque el participante a imágenes sedentarias en lugar de alejarse de ellas, se considera que su tendencia impulsiva hacia el sedentarismo es más fuerte.