Jana, poder e inspiración cristiana llegan, de nuevo, al cine criollo
La fe puede mover montañas. Y Jana, película cristiana de los Ministerios Elim que se estrena esta semana, es una muestra de cómo lograr una película más o menos digna como obra de arte, muy comprometida con su mensaje.
El principal aporte de Jana (Federico Segarra/Selan Films) es que demuestra la tenacidad cristiana para emprender cualquier tarea por enorme y desafiante te parezca.
Con 20 mil dólares de presupuesto real (una suma inscrita en el “micro-presupuesto”, han logrado poner en pantalla a Jana, gracias ae trabajo y aportes voluntarios (talentos actorales, locaciones, vehículos, recursos económicos), con lo que adquiere una condición elogiable: sabe a frescura imperfecta de fe aplicada al cine.
La diferencia que tiene Janja, es que representa con fidelidad la convicción que puede dar la fe para desarrollar grandes tareas. Y no hay duda de que entre las jornadas humanas, hacer una película, resulta ser una de las más complejas y demandantes. Hay que aplaudir a la joven pareja que se dispuso a hacerla y que la hayan terminado. Ese es su éxito. No hay que imaginarse que tendrá todos los premios de festivales (ha estado nominada y premiada en cuatro festivales de cine cristiano, en los cuales el criterio de selección es más devocional que técnico-artístico). Pero la hicieron. Y les quedó bien a su medida. Y debe ser respaldada por el público general y en particular por el cristiano.
Lo respetable de Jana se resuelve en la entrega de un producto poco acostumbrado en el cine, con rostros y locaciones no presentados antes, con un poderoso mensaje de restauración familiar.
El público tiene en Jana la oportunidad de sentir una forma distinta e inspiradora en la fe del cine local. Su aporte principal está en la forma en que se ha logrado y una buena intención cristiana. Pero como cine, no llena todas las planillas de rigor.
Aspectos a superar…
Jana no es, como filme, una obra perfecta. El guion deja algunos vacíos en su desarrollo y se torna forzado en su secuencia de situaciones, lo que lleva a la producción a facilitar el curso de las producciones por caminos accesibles, no los que debió tomar para incrementar naturalidad y dramatismo.
El concepto no es escrito con criterio de cine y en cambio priorizando el papel de motivación para la conversión, por encima de los criterios de coherencia del concepto. El cine no es el púlpito del pastor, tendencia o trampa frecuente cuando se pretende un cine cuyos objetivos son es la promoción de una creencia.
Las actuaciones son primerizas, amateurs, no profesionalmente logradas. Debieron ser mucho mejores, pero era el personal disponible, captado de entre los seguidores y dirigentes de Ministerios Elim.
Los actuantes (nunca mejor usado el término) se desempeñan con lo que pueden y el plausible, pero pudo haber sido mucho más cine, con la vista puesta en hacer llegar de mucho mejor manera, el mensaje cristiano valioso que comporta.
No objetamos ni la fe promovida, ni desalentamos la experiencia de Jana en la medida en que aporta una experiencia valiosa a partir de trabajo voluntario, sin uso de fondos públicos de la Ley Nacional de Cine.