Confesiones de ‘chapiadoras’ de narcos
En el mundo del narco las mujeres son como un trofeo que a los hombres les gusta mostrar, dice el reportaje publicado.
Y a ellas les gustan “los hombres malos”. Son mujeres con cuerpos torneados, curvas pronunciadas y rostros comunes. Una de las características principales de la cultura narcotráfico, han sido las mujeres bellas y exuberantes. Grandes senos, nalgas abultadas y cintura reducidas. Pelo lacio bien cuidado y planchado. Labios con colágeno y cejas delineadas. Vestimenta extravagante.
A este tipo de mujeres, se les denomina de forma coloquial como “Buchonas”, parejas de narcotraficantes que se exponen a número elevado de cirugías estéticas para mejorar su aspecto físico, buscando la perfección. Son parte de un nuevo estrato social en el que se mimetizan conviviendo con los criminales.
En Sinaloa, el término es popular y hace referencia a las palomas de gran tamaño y peso considerable, que tienen un saco o bolsa en el buche que, al inflarse, impresiona a las demás aves. El Diccionario de la Lengua Española define así el vocablo buchón: “Dicho del palomo o paloma domésticos que se distinguen por la propiedad de inflar el buche desmesuradamente”.
“Se someten a un peligroso ambiente de seducción, la puerta a un mundo de supuesto bienestar”, se escucha en un video reportaje de la televisora estadounidense Univision, que entrevistó a varias jóvenes que han sido parejas de criminales.
Al ser sus novias, amantes o esposas, estas mujeres disfrutan del dinero ilegal que obtiene un narcotraficante. Por ello es común verlas posar en las redes sociales con ropa y accesorios de diseñador, automóviles de lujo o viajando a diversas partes del mundo, sin remordimiento alguno.
También se les puede observar posando en fotografías con fajos de dólares, ostentosas joyas y armas, ya sea cortas o largas, de alto calibre. Ranchos, caballos, casas, todo lo que el dinero del tráfico ilícito de drogas pueda comprar.
Son las buchonas, les gusta la fiesta y gastan dinero a manos llenas en establecimientos en los que se divierten al ritmo de los narcocorridos o la música de bandas gruperas. Estas mujeres son en muchas ocasiones el blanco de los ataques y de las venganzas de rivales de su pareja. Así, muchas de estas jóvenes superan la pobreza en la que nacieron, tal como se puede ver en los videos compartidos.