Hazte amigo de tu refri
¿Te cuesta trabajo bajar de peso? Tu refrigerador y alacena pueden estar conspirando en tu contra. Checa estos sencillos tips para convertirlos en aliados.
Si uno de tus propósitos de año nuevo fue bajar de peso pero sientes que te está costando un poco de trabajo puede ser que tu refrigerador y tu alacena se estén poniendo de acuerdo para evitar que cumplas tu meta. Aquí te damos unos tips para que los domines y los conviertas en tus aliados.
Lo primero que pensamos cuando nos ponemos a dieta es en sacar toda la comida chatarra de nuestra casa y de nuestra cocina pero eso no siempre se puede porque no necesariamente las demás personas en nuestra familia están a dieta. ¿Qué se hace en esos casos? Tratar de engañarnos.
¿Cómo que tratar de engañarnos?
Algunas veces compramos cosas en el súper por puro antojo, como ese bote de Nutella que está casualmente descansando hasta adelante en la alacena, junto al pan, para que en cuanto abras la alacena sea lo primero que veas. ¿Qué pasaría si el bote de Nutella no estuviera tan accesible? No, no me refiero a que lo pongas en un lugar donde no lo puedes alcanzar, aunque eso puede funcionar para nosotras las personas que no somos muy altas y que necesitamos de un banquito para llegar a los entrepaños medianamente altos. Me refiero a que lo pongas en un lugar donde simplemente no lo veas. Puede estar atrás de una caja de cereal, en el cajón de las servilletas convenientemente camuflado el punto es que no lo veas. ¿Te acordarías de que tienes ese bote de Nutella en algún lugar de tu casa? ¿Realmente se te antoja la Nutella al no verla súper accesible en tu alacena? Nosotros creemos que no. Una gran parte del antojo deriva de la accesibilidad de los productos en tu casa.
Antes de empezar a engañarte compra un paquete súper-extra-gigante de bolsas de plástico resellables tamaño sándwich y, de preferencia, ten una báscula de cocina o un set de tazas medidoras a la mano.
Olvídate del cajón de las verduras. En cuanto llegues del super lava y desinfecta todas las frutas y verduras. Sepáralas en porciones individuales y guárdalas en platitos o tupperstransparentes en el entrepaño del refri que te quede justo a la altura de los ojos. La idea es que tus frutas y verduras se vean súper antojables y accesibles. Obviamente no es lo mismo llegar con mucha hambre y tener que partir una sandía completa o esperar 10 minutos a que se desinfecte la lechuga.
Refrescos, no, no. Manda los refrescos, jugos de frutas o cualquier otra bebida con un alto contenido de azúcar derechito al cajón. Acomódalos todos en los cajones de hasta abajo del refrigerador. Sabrás que están ahí cuando los necesites pero lograrás engañar un poco a la tentación.
Congela y descongela. Los alimentos perecederos que no planees consumir pronto guárdalos en el congelador, como la carne, el pescado o el pollo. Pero recuerda pasarlo al refrigerador la noche antes de que tengas pensado consumirlos para que cuando estés listo para cocinar no tengas que esperar a que se descongele.
Porciones. No guardes completa la caja de cereal o de avena. Todo lo que puedas separar en porciones, hazlo. Utiliza para esto todas tus bolsas de plástico. Compra algunas canastas rectangulares que quepan bien en tu alacena y acomoda todas tus bolsitas en las canastas. Así tendrás snacks accesibles en el momento en que abras la alacena. Este tip es súper práctico también para el lunch de tus hijos.
Exilio de la comida chatarra. Aunque es mala para toda la familia, algunas veces es muy difícil pelear con un niño berrinchudo que se niega a salir del super sin una bolsa de papas, un chocolate o un dulce. Así que busca el lugar más recóndito y escondido de tu alacena y escógelo para guardar la comida chatarra o los dulces que estás guardando para una fiesta. Sácalos de tu campo de visión.
Estos sencillos tips te ayudarán en tu lucha contra esos kilitos de más. ¡Mucha suerte!