Webber: "Multi 21, Vettel, Multi 21".
La tensión entre Mark Webber y Sebastian Vettel alcanzó su punto de ebullición en la antesala del podio. Obligados a mirarse por primera vez sin casco, separados por apenas un metro, con Adrian Newey bien colocado entre ambos y el fortachón Matteo Bonciani, jefe de prensa de la FIA, vigilante.
Los chicos de prensa de Red Bull intentaron pasar para impartir algunas directrices y evitar los fuegos de artificio. Pero no les dejaron. "Mark...", comenzó Vettel, pero Webber le dio la espalda, se sentó, le miró a los ojos y le espetó: "Multi 21 Seb, multi 21", antes de golpear la mesa con su botella de líquido. Medio mundo miraba por televisión a Vettel, que no pudo responder nada, sabedor que había roto un pacto.
Se trata de la clave, el código interno que se traduce como 'orden de mantener la posición', algo inviolable, y que permite relajar la mecánica y las ruedas a sabiendas de que no recibirás ataques. Como hicieron, para mayor escarnio, Hamilton y Rosberg a la misma hora. "Espero que no lo olvidéis", decía Nico a los suyos.
Aunque las órdenes de equipo han vuelto a ser legales tras una década de prohibiciones, a nadie le gusta ser demasiado explícito por radio, tipo 'Felipe, Fernando es más rápido que tú' en Alemania 2010, la última reliquia de la era prohibida y que le costó a Ferrari 77.000 euros de multa.
Otras más sugestivas se usaban en McLaren, con un sutil "es el momento de ahorrar algo de gasolina". Lewis Hamilton no lo entendió en Mónaco 2007 cuando tenía un ritmo similar al de Fernando Alonso, ambos en McLaren, y le atacó hasta el último metro poniendo en peligro un doblete. Y allí quedó sembrada la semilla de la discordia.
Expuesto en Público.
El domingo Vettel no era nada sutil por la radio desde mucho antes: "Es muy lento, quitarlo de en medio". Llegado el momento decisivo, sabía de sobra que se saltaba una orden directa. Había que conservar un doblete ideal con las gomas en peligro de desfallecimiento y sin rivales acechando. Seb, sin embargo, tenía otra hoja de ruta.
"Enhorabuena, aunque hay mucho que aclarar", le dijeron por radio al cruzar la meta victorioso. Acostumbrado a que el equipo tape el favoritismo hacia sí mismo, algo también ganado a pulso en la pista, la franqueza de Webber ante el mundo, macerada durante las últimas 15 vueltas tal y como reconoció el australiano, pilló a Seb con el pie cambiado y sus jefes, esta vez, no lo pudieron camuflar con vaguedades.
"Eligió ignorar la orden", confesó Christian Horner, el jefe del equipo, con la misma cara larga que el ácido Helmut Marko. "¿Alguien cree que si le hubiéramos dicho algo habría devuelto su sitio? Antepuso sus intereses y lo ha hecho mal. Pero así son los pilotos, y Seb es ambicioso. No habría logrado lo que tiene sin forzar los límites, los suyos y los del equipo", analizaba Horner, que busca pasar página cuanto antes. No parece que vaya a haber sanción, y Vettel lo sabía perfectamente.